En el escenario más pesimista, El Salvador podría perder hasta un 93 % del agua disponible, debido al cambio climático: pasaría de 1,752 metros cúbicos anuales por habitante a 122 en 2100, una reducción del 93 %. Esto, según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En panorama más optimista, la cifra sería de 374 metros cúbicos, casi una quinta parte de lo actual.
En la investigación de "Cambio Climático en Centroamérica", la CEPAL utiliza los escenarios de la Iniciativa de la Economía del Cambio Climático en Centroamérica (ECC CA). Un futuro "A2" sería cuando las emisiones de gases de efecto invernadero sigan creciendo y el mundo no tome mayor acción para enfrentar el problema. El otro escenario, B2, más optimista, asume que las emisiones se redujeran significativamente, como pretenden lograr las negociaciones internacionales.
La CEPAL proyecta impactos para los recursos hídricos, la demanda de energía y la hidroelectricidad, la agricultura, específicamente los granos básicos y el café, la biodiversidad y los tipos de bosques presentes en la región, así como en la salud, política fiscal y comercial. Advierten que las proyecciones deben tomarse como una tendencia.
El agua es uno de los temas más urgentes, sobre todo para El Salvador, que ya desde 2005 estaba en el margen del estrés hídrico, que es cuando un país tiene 1,700 metros cúbicos de agua por habitante; El Salvador tenía 1,752.
La CEPAL sostiene que todos los países de la región verán una reducción en su cantidad de agua solo por la evolución de la economía y de la población, aún sin tomar en cuenta el impacto del cambio climático. "La reducción promedio de la región entre 2005 y 2100 es de 36 % con un rango entre el 59 % para Guatemala y el 21 % para Costa Rica. En términos absolutos El Salvador tendría la menor disponibilidad per cápita con 1.366 metros cúbicos per cápita anual".
La institución señala la necesidad de una gestión integral del agua desde una perspectiva regional porque las cuencas de muchos de los ríos son compartidas entre países. El Lempa, por ejemplo, tiene su cuenca en Guatemala, Honduras y El Salvador.
Una ventaja de los países es que el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) tiene espacios de discusión entre países y que la mayoría de las naciones ha aprobado leyes sobre el manejo del agua. En el caso salvadoreño hay un debate político sobre el tema que se ha enfocado en qué actores pueden participar de las decisiones sobre el recurso.
"La gestión coordinada de este recurso a nivel regional es prioritaria, puesto que 40 % del territorio está ocupado por cuencas transfronterizas. Establecer un sistema coordinado regional de gestión integral del recurso hídrico parece ambicioso y requerirá mucha voluntad política y esfuerzo técnico y financiero durante varias décadas", dice el informe.
Para la CEPAL, es necesario tomar un enfoque de "ciclo cerrado" con el servicio de agua, es decir, proteger las fuentes, recolectar y distribuirla sin fugas. Tener un consumo responsable y velar por la reutilización del líquido y su reintegración al ambiente; es decir ver más allá que solo el suministro.
Para el sector agropecuario, recomiendan "opciones de ahorro de agua como represas locales, nivelación de suelos, reducción de la evaporación con cama de rastrojo, monitoreo de la humedad del suelo y del agua precipitada y uso eficiente del agua de riego".
Además, reubicar las siembras más vulnerables donde sí hay lluvia requerida y apostarle a cultivos eficientes en consumo de agua y resistentes a la sequía.
Mientras que "en el sector industrial y de servicios, incluyendo el turismo, implementar certificaciones como la norma ISO 14,000, que prevé el uso eficiente, reciclaje y no contaminante del agua".
Además de implementar incentivos económicos y fiscales para que las empresas cambien sus tecnologías de uso intensivo de agua por las de uso eficiente y evitar vertidos de descargas industriales sin tratar.
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